lunes, 1 de febrero de 2010

Dessafío

"En la Sierra Sur tienes un desafío para tus piernas, pero sobre todo para tu mente y para tus sentidos."


Más de 15 años de baloncesto, 3 de tenis y, sobre todo, un evidente sobrepeso, me han destrozado los meniscos de tal suerte que el año pasado por estas fechas me costaba andar...


Así fue como, eludiendo el quirófano, empecé un tratamiento de rehabilitación y, tras un tiempo, por prescripción facultativa, empecé a tomar contacto con la bicicleta (la alternativa de la natación, aunque ya la probé, he de reconocer que no me motiva, como dice Joan Manuel Serrat, "sobre gusto no hay disputa").


Como casi todos, de niño monté en bici y luego con el tiempo hubo algún contacto esporádico, algún buen amigo enamorado de la bicicleta, con sus relatos, había recientemente empezado a llamarme la atención, pero con la necesidad vino la excusa...


Después de mucho dar vueltas por tiendas de bici y de sufrir, y además agradecido,  con bicis prestadas, finalmente me decidí por una Gary Fisher rígida que aún hoy, un año después, me sigue enamorando.


Así pasé la primavera saliendo los fines de semana y el verano aprovechando las maravillosas tardes de sol hasta las mil (algunas noches incluso más).


Buscando el siguiente nivel me apunté junto a mi hermano y algunos amigos (de los que finalmente sólo quedó uno) a una prueba en la Sierra Sur de Jaén (el Dessafío de la Sierra Sur) que discurría por las poblaciones de Alcalá la Real, Valdepeñas, Castillo de Locubín, Frailes y volvía a Alcalá la Real.


Los amigos de más experiencia nos decían que el recorrido iba a ser muy, muy duro de modo que empezamos a dudar de donde nos embarcábamos. Por supuesto, de las dos opciones nosotros optamos por la corta pero aún así... 60 Kms. con 1700 metros de desnivel acumulado sonaba muy lejos de nuestras posibilidades.


Conforme se apuraban los días y se agotaba la preparación y el día D se acercaba, incluso nos atenazaban los nervios (¿estaremos a la altura?, ¿tendremos algún percance?, ¿lograremos terminar?...). Parece mentira que lo que debería ser motivo de relax y diversión pueda ser causa de estrés pero, ¿quién puede evitarlo?


Incluso algunos compañeros que se habían apuntado inicialmente a la aventura optaron por retirarse al ser conscientes de que la prueba requería mayor preparación de la que habían dedicado a lo largo del verano. No les culpo pero ahora sé que, aún así, hubiera merecido la pena.


Personalmente me preocupaba especialmente que mi físico me jugara una mala pasada, algunas pendientes me exigían, sobre todo al principio, un ritmo de pulsaciones peligroso para alguien en mi condición, de modo que decidí comprar un pulsómetro y tomarme la prueba con calma y si el aparato empezaba a subir por encima de 190 pulsaciones por minuto me bajaría de la bici y caminaría un rato hasta recuperarme. Pero el problema no iba a ser ése.


Finalmente, llegó el día y una vez montados en la bici los nervios se esfumaron, las piernas respondían y las cuestas se sucedían y muchas de las más duras, sobre todo al principio, las acabamos montados sobre la bici (sorprendentemente).


Disfrutamos de cada vista (que por aquella zona son espectaculares) cada subida y también cada bajada, cada charla jocosa con compañeros de aventura en cada avituallamiento, cada ánimo de los aficionados lugareños al cruzar una localidad. Cada tramo que tuvimos que hacer andando (y no fueron pocos) codo con codo con un gran amigo de toda la vida.


Incluso me toco sufrir una caída bastante aparatosa con la enorme suerte de que apenas me dejó un par de rasguños en codo y rodilla.


Y sin darnos cuenta vimos que ahí estaba Alcalá y que la cosa se acababa y que casi te daba lástima que llegara a su fin... No entramos en control de tiempo por apenas 5 minutos pero, sinceramente, en ese momento no nos importó lo más mínimo. Habíamos acabado. Incluso los compañeros de más experiencia nos miraban sorprendidos y no podías evitar sentir un pellizco de orgullo por dentro...


Mi hermano logró acabar una hora después. Tras pinchar hasta 5 veces (tenía rota la cubierta) y conseguir repararla a base de ayuda, película fotográfica y cinta adhesiva; tirando de pundonor (que de eso anda sobrado) decidió acabar la prueba aunque fuera cerrando los controles a su paso y así llego y allí lo esperábamos nosotros para aplaudirlo en la meta. También lo había logrado.


Y después recapacitas y te das cuenta de que en estas aventuras, por supuesto, si quieres competir o incluso ganar o solamente acabar, necesitas una preparación física y mucha práctica pero, sobre todo, recuerdas que en aquellas cuestas interminables, cuando mirabas hacia arriba y veías a cientos de metros más adelante muy arriba a la gente subiendo, el pulsómetro no subía de 170, lo que fallaba no eran las piernas, ni los pulmones, ni el corazón: sino la cabeza. Entonces te preguntabas, "¿Hasta allí hay que seguir subiendo?" y te decías "No voy a poder" y te bajabas de la bici y pensabas en retirarte y esperar al camión escoba o mirabas al suelo y seguías pedaleando con plato chico y piñón grande, tirando de riñones y del manillar en cada pedalada y, en algún momento, al final la pendiente empezaba a ceder y terminaba y casi no te habías dado cuenta...


Moraleja1: Lo consigas o no lo consigas, nunca te arrepentirás de haberlo intentado.


Moraleja2: Tu cabeza es capaz de llegar a donde jamás creerías que puede llegar tu cuerpo.


PD: Con el tiempo vamos mejorando poquito a poco y cada vez se disfruta más de la bicicleta y de las rutas que puedes encontrar sin alejarte mucho de Sevilla o Jaén (en mi caso). Ya incluso nos planteamos apuntarnos a las versiones largas (que rondan los 100 Kms. y superan los 2000 metros de desnivel acumulado) de las próximas pruebas: Sta. Olalla del Cala y Desafío de Aznalcóllar y las que vengan después que seguro serán muchas...


Estoy deseando de que llegue el 28 de Febrero pero también empiezo a sentir ese gusanillo de los nervios por dentro. ¿Quién puede evitarlo?... ;-)


En cualquier caso, nunca podré olvidar el Dessafío...